Para un neoyorquino, para un parisino o para un londinense, la muerte es una palabra que no hablan fácilmente, porque le quema los labios. Sin embargo, los mexicanos a menudo ponen la muerte en sus labios, se burlan de ella, se acuestan con ella y celebran la muerte. La muerte es uno de los juguetes favoritos de los mexicanos y el amor eterno de los mexicanos.
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