Mark Carey (1990) desarrolló un modelo de precios de la tierra para estudiar el auge inmobiliario y la participación financiera. Al asumir una oferta fija de tierras, mediante el análisis del comportamiento de los inversores inmobiliarios, se revela que los optimistas sobre los precios de la tierra tendrán un impacto importante en el precio de un mercado donde la oferta es fija y no hay una venta corta, lo que lleva a los prestamistas a evaluar el valor de sus garantías basadas en el precio de mercado de los terrenos propiedad de los optimistas, dando una explicación directa y clara del ciclo inmobiliario
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